Dosis de arte: relatos sobre el arte en Minnesota y el resto del mundo:
La taza del horno en Turgua

Dosis de arte: relatos sobre el arte
en Minnesota y el resto del mundo: La taza del horno en Turgua
Por William Gustavo Franklin Torres | julio 2025
Aquella taza de tonos tierra, vidriado brillante y labio agraviado había sido creada en Turgua, Estado Miranda, Venezuela el 18 de noviembre de 1999. Aquel día también fue el fallecimiento del padre del alfarero, razón por la cual se decidió conservar la taza para conmemorar el suceso. Esta viajaría entre las pertenencias personales del alfarero, su esposa e hijos desde Venezuela hasta llegar a Minnesota.
Mi primer encuentro con La taza del horno en Turgua, Estado Miranda, Venezuela, 18 de noviembre de 1999 (foto 1) fue en el contexto de una exposición de grupo titulada Mending organizada por la organización ArtReach St. Croix para su galería móvil durante el verano del 2020. La exposición consistió en una selección de objetos que se distinguían por haber sufrido un daño y por servir de vehículo para conversaciones sobre historias personales, la fragilidad humana y la ansiedad.
Un año antes, en noviembre del 2019, Guillermo Cuellar y su hija Alana habían expuesto una flotilla de pequeñas tazas de título La Carga en la Concordia Galleryde Concordia University en Saint Paul en el contexto de la exposición Caravan. Dicha exposición reunió a otros dieciséis artistas para llevar a cabo una reflexión sobre la crisis humanitaria en conexión con las caravanas migrantes en Centroamérica. De aquella escuadrilla de pequeñas y singulares tazas que emulaban una caravana, yo recibí una como obsequio (foto 2).

La taza del horno en Turgua propone una sensibilidad estética y conceptual en línea con el concepto de Wabi-sabi en Japón. En su libro Wabi-Sabi for Artists, Designers, Poets & Philosophers, el artista estadounidense Leonard Koren explica que una cualidad del Wabi-sabi es ser “única en su clase” (“one-of-a-kind”). Se puede decir que la idiosincrasia de la taza es simultáneamente personal y prototípica, y su simbolismo multifacético. La organización de su forma fluctúa entre orgánica y geométrica —la taza hace romantizar la naturaleza y al proceso tecnológico por igual. El carácter de La taza del horno en Turgua –al igual que el de la taza de La Carga– le permite sentirse cómoda con la ambigüedad y la contradicción.
La taza del horno en Turgua fue hecha en cerámica gres. El pedacito (“chip”) desprendido de su labio fue conservado y es normalmente exhibido con la taza. Esta taza representa más de lo que es visible, no cabe duda que tiene un aura fascinante. Visita el sitio Web de Guillermo Cuellar aquí: www.guillermopottery.com
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