Dosis de arte: relatos sobre el arte
en Minnesota y el resto del mundo

El instinto y el arte 
Por William Gustavo Franklin Torres | Colaborador | Febrero 2025

La ciencia evolutiva y el arte son dos áreas fascinantes y contenciosas. En su libro “El Instinto Artístico: belleza, placer y evolución humana”  (“The Art Instinct: Beauty, Pleasure, and Human Evolution”) publicado en el 2009, el filósofo estadounidense Denis Dutton (1944-2010) argumenta que nuestro gusto por las artes está primariamente fundamentado en factores evolutivos y moldeado por la selección natural. Es como decir que nuestro amor por la “belleza” es innato y no el producto de teorías de construcción social crítica y académica de los últimos siglos.

Un ejemplo primario encontrado en la naturaleza es la fascinante demostración visual en las plumas de la cola de un pavo real. El llamativo abanico con muestra de colores y formas sirve a este pájaro para atraer a la pava (hembra) y de esta manera conseguir la copulación (ver la teoría de selección sexual de Charles Darwin). Cabe destacar igualmente que esta compleja demostración – en particular las múltiples formas que asemejan a ojos vigilantes – también sirve para espantar a predadores. 

De acuerdo a Dutton, la demostrada preferencia de los humanos por las pinturas paisajistas tiene sus raíces en la capacidad de estas de evocar las savanas donde evolucionamos. Por ejemplo, la conexión con nuestro pasado evolutivo se hace profunda cuando observamos la obra “El Corazón de los Andes” (“Heart of the Andes”) del pintor estadounidense Frederic Edwin Church concebida en su viaje a Suramérica en 1857 (hoy en día en la colección del Museo Metropolitano de Arte en Nueva York). La obra es un conglomerado imaginario de vistas de montañas, cielo, vegetación, arroyos de agua y luz. Esta evocación visual tiene la capacidad de generar un sentido de pertenencia, nostalgia y esperanza para muchos.

Por otro lado, hay gustos artísticos que pueden llegar a ser establecidos y convertirse en uniformes entre personas al lado de su subjetividad. Estos requieren la cultivación de ciertas cualidades como la refinación de nuestros discernimientos y el buen sentido. Esta fue la proposición del filósofo e historiador escocés David Hume en su ensayo de título “Normas del gusto” (“Of The Standards of Taste”) publicado en 1757.  Al final, las respuestas estéticas son fundamentalmente subjetivas y no están restringidas por normas. ¿Pero qué rol juega la evolución humana en nuestros discernimientos? 

Quizás el mayor aporte de Dutton es el de conectar la estética y la crítica con un más amplio entendimiento de la naturaleza humana. 

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